Carta a la
Comunidad Educativa Orionita
con motivo
de la II Feria de Ciencias para la Solidaridad
Iniciamos
la II Feria de Ciencias para la solidaridad y el tema elegido es “educar
para el consumo responsable” Se me ocurre que podemos aprovechar esta
propuesta para reflexionar sobre nuestra forma de consumir. Me surgen algunas
cuestiones que pueden ayudarnos a pensar:
1ª, ¿nuestro creciente nivel de
consumo mejora nuestra calidad de vida y nos hace felices?
2ª, ¿somos verdaderamente libres
en nuestras elecciones como consumidores?
3ª, ¿puede la sociedad dar
prioridad a satisfacer las necesidades básicas de la población?
4ª, ¿se puede consumir de forma
equilibrada, consiguiendo armonizar consumo y cuidado del medio ambiente?
Algunas reflexiones en voz alta:
Creo que el costo personal que conlleva un nivel
elevado de consumo (endeudamiento; tiempo y tensión asociados a trabajar cada
vez más para satisfacer las necesidades cada vez mayores del consumo; tiempo
dedicado a la limpieza, cuidado y mantenimiento de las cosas que se poseen;
sustitución de afectos, enfermedades...) unido al desequilibrio medioambiental
y social que provoca el elevado consumo de la sociedad actual, nos obligan
necesariamente a realizar sobre nuestra forma de consumir.
Tenemos que reorientar las
prioridades de la sociedad hacia el “buen
vivir”. En lugar de la mera acumulación de bienes, debería utilizarse el consumo como herramienta para mejorar la calidad
de vida. El consumidor moderno es un consumidor imitativo, dependiente y
competitivo. Se trata de un consumo que empequeñece a las personas, y que en
definitiva genera insatisfacción e infelicidad, que parece ser el estado
habitual, más extendido, en que nos encontramos muchas veces. De esta forma de
consumo tenemos que liberarnos, para acceder a un consumo crítico, creativo y solidario.
El cambio en los modos del consumo sólo es posible
si lo hacemos nosotros mismos, cambiando cada uno, y generando desde nuestro
entorno un cambio cultural que vaya expandiendo un nuevo modo de vivir las
necesidades, y de consumir lo
conveniente para nuestra realización personal y para nuestro desarrollo social.
El consumidor creativo, crítico y solidario
identifica sus objetivos buscando su realización como persona humana integral,
la satisfacción de sus verdaderas necesidades, que no son las que indican el
mercado y el Estado, ni tampoco nuestros instintos inmediatos, sino las que
descubrimos mediante el conocimiento de nuestra naturaleza humana, de lo que
somos, de lo que estamos orientados a ser y de nuestra conciencia ecológica y
social.
Tenemos que
poner más empeño en cultivar nuestra interioridad. Tal vez sea la inseguridad
personal, la falta de vínculos profundos, la ausencia de convicciones, la falta
de ideales comprometedores, lo que hace tan apreciada la adquisición de cosas que
muchas veces después de compradas ni siquiera usamos. Cuando se alcanza cierto
nivel de desarrollo personal nos hacemos más austeros, generosos y
fundamentalmente más FELICES. Por algo será que Jesús nos enseñó: “No acumulen tesoros en la tierra, donde la
polilla y la herrumbre las destruyen, donde los ladrones perforan paredes y
roban. Acumulen tesoros en el cielo… Pues donde está tu tesoro, allí estará
también tu corazón”. (Mt.6,19-21)
¡Solo la caridad de Jesucristo salvará al mundo!
Equipo organizador