domingo, 30 de junio de 2013

El consumo que hace FELIZ



Carta a la Comunidad Educativa Orionita
con motivo de la II Feria de Ciencias para la Solidaridad

Iniciamos la II Feria de Ciencias para la solidaridad y el tema elegido es “educar para el consumo responsable” Se me ocurre que podemos aprovechar esta propuesta para reflexionar sobre nuestra forma de consumir. Me surgen algunas cuestiones que pueden ayudarnos a pensar:
1ª, ¿nuestro creciente nivel de consumo mejora nuestra calidad de vida y nos hace felices?
2ª, ¿somos verdaderamente libres en nuestras elecciones como consumidores?
3ª, ¿puede la sociedad dar prioridad a satisfacer las necesidades básicas de la población?
4ª, ¿se puede consumir de forma equilibrada, consiguiendo armonizar consumo y cuidado del medio ambiente?
Algunas reflexiones en voz alta:
Creo que el costo personal que conlleva un nivel elevado de consumo (endeudamiento; tiempo y tensión asociados a trabajar cada vez más para satisfacer las necesidades cada vez mayores del consumo; tiempo dedicado a la limpieza, cuidado y mantenimiento de las cosas que se poseen; sustitución de afectos, enfermedades...) unido al desequilibrio medioambiental y social que provoca el elevado consumo de la sociedad actual, nos obligan necesariamente a realizar sobre nuestra forma de consumir.
Tenemos que reorientar las prioridades de la sociedad hacia el “buen vivir”. En lugar de la mera acumulación de bienes, debería utilizarse el consumo como herramienta para mejorar la calidad de vida. El consumidor moderno es un consumidor imitativo, dependiente y competitivo. Se trata de un consumo que empequeñece a las personas, y que en definitiva genera insatisfacción e infelicidad, que parece ser el estado habitual, más extendido, en que nos encontramos muchas veces. De esta forma de consumo tenemos que liberarnos, para acceder a un consumo crítico, creativo y solidario.
El cambio en los modos del consumo sólo es posible si lo hacemos nosotros mismos, cambiando cada uno, y generando desde nuestro entorno un cambio cultural que vaya expandiendo un nuevo modo de vivir las necesidades, y de consumir lo conveniente para nuestra realización personal y para nuestro desarrollo social.
El consumidor creativo, crítico y solidario identifica sus objetivos buscando su realización como persona humana integral, la satisfacción de sus verdaderas necesidades, que no son las que indican el mercado y el Estado, ni tampoco nuestros instintos inmediatos, sino las que descubrimos mediante el conocimiento de nuestra naturaleza humana, de lo que somos, de lo que estamos orientados a ser y de nuestra conciencia ecológica y social.
Tenemos que poner más empeño en cultivar nuestra interioridad. Tal vez sea la inseguridad personal, la falta de vínculos profundos, la ausencia de convicciones, la falta de ideales comprometedores, lo que hace tan apreciada la adquisición de cosas que muchas veces después de compradas ni siquiera usamos. Cuando se alcanza cierto nivel de desarrollo personal nos hacemos más austeros, generosos y fundamentalmente más FELICES. Por algo será que Jesús nos enseñó: “No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre las destruyen, donde los ladrones perforan paredes y roban. Acumulen tesoros en el cielo… Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón”. (Mt.6,19-21)

¡Solo la caridad de Jesucristo salvará al mundo!

Equipo organizador

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